martes, 16 de noviembre de 2010

Para mis amigos "mierdosos"

Cuatro años. Se podría decir que ése es el tiempo que llevo dedicando, a ratos naturalmente, a configurar mi equipo audiovisual. Este fin de semana, por fin, la cosa llegó a su fin. He alcanzado un punto en el que me siento muy satisfecho, extrañamente, de la configuración finalmente alcanzada. Incluso me encuentro un poco raro al sentarme cómodamente en el sofá delante de tanto cachivache, poner un disco y olvidarme de ajustes, cables, fuentes y otras cuestiones similares para disfrutar sencilla y llanamente de la música, sin más.

La instalación que he ido montando consta finalmente de:
...y alguna que otra cosilla más necesaria para alimentar a varias de estas fieras: un par de PLC de 200Mbps, un router D-Link .n y un NAS de 8TB en Raid5.

¿Lo mejor de todo? Sin lugar a dudas, los altavoces frontales Absolute M10, a la derecha en la foto anterior: una gozada de monitores de considerable peso y volumen que en su momento costaron varios cientos de miles (de pesetas), aún tratándose de material ex-demo, que compré poco antes de que se llevara esto del Euro en una ya desaparecida tienda de alta fidelidad de Castellón.

A un nivel similar o tal vez ligeramente inferior quedarían las fuentes de audio en soporte CD y DVD, Marantz CD17 mk II y Denon 2900, este último una auténtica maravilla adquirida a precio de risa de segunda mano.

El resto de componentes, quizás con la excepción del amplificador multicanal 2308, que era un modelo de la gama media de Denon correctísimo en su momento, y el sub Ceratec Versa, que destaca por su impecable acabado en aluminio y redondea estupendamente por abajo a los monitores M10, creo que son simplemente adecuados. Ninguno de ellos podría calificarse de elitista o high-end, aunque todos han sido cuidadosamente escogidos, teniendo en cuenta su importancia relativa en el sistema audiovisual, por demostrar una relación precio / prestaciones que a mi me ha parecido excelente. Un brillante exponente de lo anterior son los altavoces traseros Q-Acoustics 1010i, por los que pagué, si mal no recuerdo, 90€ (la pareja) y suenan increíblemente bien para el tamaño que tienen:


Durante algún tiempo ha venido formando parte también de mi instalación un amplificador estéreo Absolute IH200 configurado como etapa de potencia para amplificar los canales frontales a partir de la señal suministrada por el Denon 2308, que actuaba como previo en ese caso. Se trata de una electrónica monstruosa made in Spain, como los M10, de más de 20Kg de peso y preamplificación valvular, con una gran reserva de corriente que proporciona 200W por canal a 8 ohmios en clase A pura que se duplican ejemplarmente a 400W si se emplean altavoces de 4 ohmios. Tanto el imponente aspecto como el calor que genera este bicho podrían hacerle pasar perfectamente por un radiador. Es lo que tiene la amplificación en clase A: baja distorsión, alta linealidad y por tanto gran calidad de sonido (deseable), pero elevado consumo, baja eficiencia y elevada disipación térmica (indeseable), exista señal de audio o no. El caso es que tras alguna que otra avería y dada la inconveniencia de conectar ambas electrónicas para escuchar cualquiera de las fuentes a través de los altavoces, finalmente he optado por repararlo una última vez y guardarlo o quizás venderlo, con todo el dolor de mi corazón, porque fue junto con las M10 y el CD17 mkII la compra más cara que he realizado, con diferencia. Ahora mismo me quedo con la flexibilidad y simplicidad que me aporta el hecho de conectar tanto fuentes como altavoces únicamente al ampli multicanal, que actúa como centro de control general. En cualquier caso, y por si a alguien le pica la curiosidad, aquí podéis verle las tripas a este IH200:


Lo que son las cosas, las cajas Absolute M10, este pedazo de amplificador y el CD Marantz me han seguido en 2 mudanzas a lo largo de 10 años. Con lo que costaron ya pueden durar, ya.

Cuando pienso en los aparatejos, no precisamente livianos, que entraron en casa hace algo más de cuatro años y que algunos de mis amigos y familiares conocen bien tanto porque ayudaron en la mudanza, incluso arriesgando su integridad física, como por las soporíferas peroratas que soportan con infinita paciencia cuando vienen a casa, me doy cuenta de que no queda en primera línea de fuego casi ninguno de ellos. Mi compulsión audiovisual me ha obligado a irlos sustituyendo paulatinamente, con un ritmo notablemente acelerado durante los 2 últimos años en tanto descubría los foros especializados de compra venta y a mis amigos mierdosos, como denomina ¿con cariño? la pacientísima Francesca a las estupendas personas sin rostro que he conocido en este tiempo y con las que he intercambiado material o simplemente conversación y a las que me gustaría dedicar esta entrada.

Y de cables, acondicionadores de red y otros esoterismos mejor no hablamos. Desde mi punto de vista son una pérdida de tiempo. A un cable se le tiene que pedir que tenga una construcción robusta y una sección y aislamiento adecuados a la naturaleza de las señales que transporta y a la función que va a desempeñar. Y no hay más. Salvo un par de errores menores fruto de la inexperiencia, no veréis entre mis cacharros ningún cable mágico. Ahora bien, tampoco encontraréis ninguno comprado en el todoacién de la esquina. Tras eliminar las conexiones innecesarias y ocultar la mayor parte del cableado tras unos cajones así ha quedado la cosa en mi instalación, bastante apañada diría yo:


Los más caros son los cables de modulación (los marrones), que se ven en primer plano, y conectan las salidas analógicas del reproductor de CD Marantz con el amplificador. Me los endosaron junto con el propio CD y el amplificador IH200; tengo que buscar la factura, pero creo que fueron 150€. Espeluznante, sin más.

Confeccionando la lista anterior no puedo evitar pensar que todo esto es un claro exceso, a pesar de que se trata de un equipo muy modesto si lo comparamos con las barbaridades que se ven por ahí. Y no quiero ni acordarme de las cosas que he relegado a equipos secundarios, vendido o simplemente guardado en cajas para mejor ocasión.

Sólo espero que no me entre la audiovideotontez (al menos por el momento) y mis ojos no comiencen de nuevo a ver jaggies, bugs de chroma, movimientos bruscos, proporciones incorrectas, ruído de mosquito, falta de detalle en las sombras, interferencias y parpadeos varios, ni mis oídos perciban una vez más crujidos espantosos, graves descontrolados, jitters descomunales, falta de dinámica, fenomenales ruidos de la mecánica de transporte del CD, desincronización del audio, agudos chillones, voces muertas y una escena sonora similar a la que se genera dentro del váter cuando tiras de la cadena sin cerrar la tapa. Todo un espanto que no le deseo ni a mi peor enemigo.

Quiero pensar que yo no estoy tan enfermo como algunos, y para ello busco toda clase de argumentos: he intentado sacar el máximo partido a mis equipos invirtiendo mucho tiempo en ajustes y calibraciones; no he caído en lo que para mi es la gran mentira - negocio de los cables de interconexión, en los que algunos audioholicos gastan cientos e incluso miles de euros; he buscado siempre no los mejores ni más modernos componentes, sino los de mejor relación calidad / precio, casi siempre recurriendo a los foros de compra venta o intercambio, donde si se sabe buscar se encuentran verdaderas joyas a precio de saldo; y he procurado además manter en todo momento una actitud crítica con ciertos supuestos dogmas profundamente enraizados en este mundillo (véase por ejemplo, las 10 mayores mentiras del audio high - end).

Otros compañeros de afición llegan mucho más lejos, cuantitativamente, e invierten grandes cantidades de dinero (del que a menudo simplemente no disponen) dentro de este círculo vicioso comprar - probar - malvender que lleva a un estado permanente de inconformidad con lo que se tiene y consiguiente búsqueda de ese algo más totalmente utópico. Una búsqueda infinita en espiral creciente de consumo de tiempo y dinero, probablemente desvirtuada en cierta medida por cuanto muchas veces nos ciega y obsesiona la forma, el medio de reproducción y nos olvidamos del fondo, la obra audiovisual, que en definitiva es lo realmente importante.

En ocasiones pienso también que este pequeño entretenimiento nuestro pierde completamente su sentido, por superficial, cuando se convierte en obsesión; tanto más cuanto más desproporcionada sea esta última. Estamos hablando, al fin y al cabo, de escuchar música y ver cine, no de acabar con el hambre en el Mundo. Pero bueno, no deja de ser esta una reflexión quizás un tanto demagógica y ajena al espíritu de esta entrada. Lo mismo podría afirmarse de tantas y tantas cosas que nos rodean, al fin y al cabo...

Si pongo todo lo manifestado por escrito en este momento no es sino para poder volver sobre lo dicho, en años venideros, y recordarme quién soy ahora... realmente esa ha sido desde un primer momento la intención de este blog. Como dice cierta canción, hermosa donde las haya:
Seremos otros, seremos más viejos,
y cuando por fin me observe en tu espejo,
espero al menos que me reconozca,
me recuerde al que soy ahora.

¿Me parecerá algún día que todo el tiempo y dinero que llevo invertido en esto no ha sido más que una soberana tontería? Honestamente, no lo sé. De lo que sí estoy seguro es de que ahora mismo tengo que confesar que un display VFD me pone tontorrón, los transductores de un buen altavoz me maravillan tanto como a mi nene los camiones de basura pequeñitos y un frontal de aluminio cepillado con un par de potenciómetros de buen tamaño me parece de lo más atractivo (conste que la frase me ha salido así, sin pensar).

¿Tendrá todo esto algún sentido? Quizás no. O tal vez sí.

3 comentarios :

Xuthl dijo...

Macho, con razón hace tiempo que no te vemos el pelo >;-)

Yo últimamente procuro cacharrear poco, y disfrutar más.

Ran Kirlian dijo...

Ahora ya sólo te queda sentarte a disfrutar de la música y el cine. Que sepas que a partir de ahora iré a monitarizar mis discos a tu casa antes de publicarlos ;)

Por cierto, gran artículo.

Anónimo dijo...

Tu artículo es un poco de cordura, por no decir una verdad absoluta, entre tanta basura intelectualoide-audiófila.
JF Negrete