Cambio que no obstante parece inminente...
Como quizás sepáis, soy un usuario habitual y bastante activo desde hace años de Audio Planet, una comunidad de usuarios dedicada al mundo del sonido y la música. Si habéis seguido los mensajes recientes de sus salas Planeta digital, Otras fuentes y quizás alguna que otra más habréis podido observar como algunos andamos a vueltas con servicios de streaming desde "la nube": Cada vez se habla más de Spotify, Deezer, Tidal, Rdio, Google Music o el esperado servicio de streaming musical de Apple, aún sin nombre... servicios que nos permiten acceder a un catálogo de millones de canciones, desde cualquier dispositivo y lugar, pero también alojar en servidores remotos nuestra propia biblioteca para acceder a ella en las mismas condiciones, como es el caso de Google Music o iTunes Match.
También son cada vez más populares plataformas hardware de muy bajo coste que permiten reproducir los flujos de audio contenidos en los servicios mencionados, y estoy ahora pensando en dispositivos ARM como la Raspberry o simplemente teléfonos, tabletas o pequeños cacharros que ejecutan Android o reducen sus funcionalidades a la mínima expresión, tales como los conocidos Airport Express o AppleTV o los quizás menos populares, al menos en Audio Planet, Chromecast.
Personalmente, Spotify ha cambiado de un modo notable mi forma de consumir música. Sigo comprando discos, por supuesto, tanto en CD como en vinilo, casi se diría que por costumbre, pero me encuentro con que simplemente atesoro sus envases en la estantería, en muchos casos sin ni siquiera desprecintarlos, y paso cada vez más tiempo, incluso en casa, utilizando servicios de streaming que escuchando mi propia biblioteca desmaterializada, biblioteca construida laboriosamente durante años y almacenada en un NAS cuyo coste (discos duros y complementos, tales como un SAI, incluídos) no fue precisamente insignificante en su momento. No tengo más que echarle un vistazo a mi lista de reproducción en iTunes Añadidos hace < de 3 meses para ver cómo mengua sin remedio a medida que el tiempo pasa y encuentro menos necesario alimentar mi biblioteca iTunes con nuevos contenidos puesto que puedo escuchar lo que quiero, cuando quiero y dónde quiero utilizando Spotify o Google Music, por ejemplo.
Si en este escenario ya de por sí inquietante, al menos para mi, puesto que rompe con buena parte de mis costumbres e ideas preconcebidas, añadimos nuevos jugadores que además ponen encima de la mesa la capacidad de hacer streaming en un formato que preserva al 100% la calidad de un CD, el modelo actual de distribución de la música (o al menos mi interpretación del mismo) cláramente se tambalea. Estoy pensando en Tidal y Deezer, pero también en el resto de proveedores que sin duda pasarán a ofrecer esta modalidad de servicio en no demasiado tiempo.
Y me pregunto... ¿Seguirá teniendo sentido en unos años (pocos) adquirir música en formato físico? Personalmente siempre he pensado que el mantener una colección material tiene algo de esclavitud para con el coleccionista (sí, es este un concepto bastante oriental en el que las cosas realmente poseen al supuesto poseedor), por lo que el hecho de renunciar a atesorar cajitas con discos reflectantes (CD) u opacos (vinilo) quizás nos permita concentrarnos más en el fondo (la música) y no tanto en la forma (cómo se almacena o reproduce) y recuperar el tiempo invertido en ciertas cosas para dedicarlo a otras más importantes.
Me parece también curioso, en este dilema de la forma frente al fondo, lo que intuyo en un hilo tan interesante como YouTube. Grabaciones extraordinarias, abierto en la sala Grabaciones notables de Audio Planet, hilo que, dicho sea de paso, me ha conducido a pensar que estamos también a un paso de encontrarnos en la misma situación descrita en los párrafos anteriores pero en el ámbito audiovisual. Lo que quiero decir es que me resultan (agradablemente) sorprendentes los comentarios que leo en él al respecto de la calidad de las grabaciones que se pueden hallar en Youtube, veánse por ejemplo cualquiera de las producidas por la emisora de radio pública y gratuita americana KEXP, vídeos que, por muy 1080p que sean, exhiben una compresión enorme tanto en su vertiente visual como sonora, encontrándonos aquí con pistas de audio en mp3 que, en el mejor de los casos, están codificadas con unas tasas de bits inferiores a la que proporciona Spotify Premium. Y a nadie parece importarle en este contexto, quizás por la potencia del mensaje visual superpuesto, en tanto que fuera de este hilo (en Audio Planet) todo lo que huela a compresión con pérdidas es denostado sin miramientos por una gran parte de los participantes del foro.
De nuevo, el mensaje por encima del medio.
En fin, disculpad la filosofada, simplemente quería poner de manifiesto cómo me siento con respecto a lo que yo considero un cambio radical de paradigma por lo que hace al consumo de productos audiovisuales y, quizás, dar lugar a un pequeño debate al respecto.
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