domingo, 13 de septiembre de 2009

Los traductores que no amaban las buenas traducciones

Acabo de terminar hace unos minutos Los hombres que no amaban a las mujeres, la novela sueca de Stieg Larsson de la que todo el mundo habla y que inicia la trilogía Millennium.

Reconozco que inicialmente no me enganchó del mismo modo que, al parecer, al resto del mundo mundial. Quizás esto fuera debido en parte al hecho de que cuando andaba por la página 200 se cruzó en mi camino la extraordinaria, en mi modesta opinión, El nombre del Viento, una novela que me ha devuelto la fé en el género mágico - fantástico y que me agarró por el cuello durante sus 900 páginas antes de permitirme regresar a la fría Suecia de Larsson.

También reconozco que, finalmente, Los hombres... me ha gustado, ¡y mucho!, pero no se trata de eso.

Se trata de poner de relieve lo que parece ser una pifia tremebunda de la traducción española que aparece al menos en mi edición de la novela (ISBN 978-84-233-4044-6). No me reía tanto con una metedura de pata del traductor desde el Organización de Computadoras (primera edición en español) de Hamacher, donde en la página 548 se traduce en 3 ocasiones, en la figura A.22 que muestra el aspecto físico de un circuito integrado, la abreviatura inglesa in. (inches, pulgadas), como entrada. No está nada mal para un libro que costó 4.430 pesetillas de los '90-y-poco. Esto es humor y lo demás son tonterías.

Pues resulta que en este Millennium I tenemos otro error de bulto gordo gordote, de esos que incluso dificultan la comprensión de la narración. Ojo porque a partir de este momento cuento cositas que quizás no os guste saber de antemano si pensáis leer la novela y / o ver la película, así que (tomando prestada la imagen)...

El primer síntoma de que algo raro se está cociendo lo encontramos en las líneas iniciales de la página 139. En ellas se cuenta como Lisbeth Salander, que se dedica a averiguar todo sobre las vidas de los demás trabajando para una importante empresa de seguridad sueca, le pide a su amigo Plague (oscuro personaje con quien se comunica empleando correo cifrado) el manguito del que le habló hace un par de meses. Plague lo pone encima de la mesa y pasa la siguiente hora explicándole a Lisbeth cómo funciona. Incomprensible ¿verdad? Tanto más puesto que a estas alturas de la novela es más o menos obvio que Lisbeth Salander es una hacker de tomo y lomo ¿Para qué narices necesitará un hacker un manguito? ¿No sabe nadar? ¿tiene problemas con las tuberías? ¿Se le habrá estropeado el coche?

No volvemos a saber nada del manguito hasta ya prácticamente las últimas páginas. Sorprendentemente, el indescriptible artefacto en cuestión resulta determinante en el desenlace de la historia.

Volemos por tanto hasta el comienzo del capítulo 28, página 597. Aquí nos encontramos de nuevo con Lisbeth explicándole a un sorprendido Mikael Blomkvist (heroico periodista económico especializado en desenmascar delincuentes con traje y corbata y encontrar, en sus ratos libres, personas desaparecidas), que ha podido acceder a toda la información confidencial almacenada en el portátil de Wennerström (enemigo acérrimo de Mikael) empleando el famoso manguito. Según ella, se trata de un pequeño invento de su amigo Plague que se sujeta alrededor del propio cable de la banda ancha y que registra y envía a un servidor remoto todo lo que Wennerström ve en su ordenador.

- ¿No tiene cortafuegos? Pregunta el listo de Mikael (y sigo citando porque lo que viene a continuación no tiene desperdicio):

- Sí, tiene uno. Pero la idea es que el manguito también funciona como una especie de cortafuegos. Por eso piratear el ordenador lleva su tiempo. Pongamos que Wennerström recibe un mensaje de correo electrónico; primero va a parar al manguito de Plague y puede ser leído por nosotros antes de que ni siquiera haya pasado por el cortafuegos. Pero lo ingenioso es que el correo se reescribe y recibe unos bytes de un código fuente. Esto se repite cada vez que él se baja algo a su ordenador. Funciona aún mejor con las fotos. Wennerström navega muchísimo por Internet. Cada vez que se descarga una imagen porno o abre una nueva página web, le añadimos unas líneas al código. Al cabo de un tiempo, unas horas o unos días, dependiendo de lo que use el ordenador, se ha descargado un programa entero de unos tres megabytes en el que cada nuevo fragmento se va añadiendo al anterior.

Bueno, bueno ¡menudo galimatías! Por si fuera poco, en la novela nunca se da a entender en modo alguno que Lisbeth pudiera acceder al cable de banda ancha de Wennerström, quien además se conecta, según la narración, desde muchos lugares distintos. Por tanto ¿cuándo y dónde instala el manguito? ¿No se da cuenta el espiado de que tiene un pinganillo colgado de su portátil?

Leyendo la explicación de la pizpireta Lisbeth yo llego a una conclusión bien distinta. Al margen de la metedura de pata del código fuente (el sorprendente manguito debe instalar también un compilador para luego convertir ese código fuente en un programa ejecutable, o incluir tal vez un intérprete de algún tipo), resulta obvio que el manguito no es más que un handler, un elemento software que, en general, reacciona (se ejecuta) cuando se producen ciertos eventos. En el caso del manguito de Plague, se trata probablemente de un programa espía que se instala en lo más profundo del sistema operativo, burlando de este modo al cortafuegos y a otro software de seguridad, e intercepta las comunicaciones que atraviesan el adaptador de red del portátil que lo conecta con Internet. Pero en ese caso ¿cómo demonios puso Plague el manguito encima de una mesa? Pues está claro, lo que le entregó a Lisbeth era el soporte físico donde estaba almacenada una copia del programa.

Un despropósito de tomo y lomo que, como decía antes, resulta especialmente notorio por cuanto afecta a un elemento determinante para entender ciertos detalles de la novela y su desenlace. De cualquier modo y sea lo que sea el dichoso manguito, me parece simplemente intolerable que la edición española emplee un término incomprensible para el común de los mortales.

No sé si este desastre narrativo particular, que no está en absoluto a la altura de la excelente prosa y desarrollo argumental del resto de la novela, es únicamente imputable a la diabólica traducción o también hay que buscar los orígenes en un autor que quiere dar a entender que sabe algo de informática hablando de iBooks, Powerbooks, OCRs, PGPs y Eudoras y que quizás se ha hecho un pequeño (gran) lío a la hora de meterse en materia.

¿Alguien lee sueco? El mío no da para comprobarlo ;-).

4 comentarios :

Unknown dijo...

Excelente, sí señor. A mi también en su momento me sonó mu raro eso del manguito.

Ahora a por los otros dos. Yo ya estoy por el tercero.

Pablo Felip dijo...

Mañana mismo me compro el segundo.

Por cierto, a ver si retomas un día de estos "Mi Novia Muerta". Me parecieron muy interesantes tus comentarios sobre pelis.

Francesca Gallardo Alcántara dijo...

Siguiendo con el tema de las traducciones hoy, curiosamente, he leído lo siguiente:

http://blogs.publico.es/tiemporeal/39/traducciones/

geraldine0o dijo...

Oh!.. ahora algo he entendido del manguito. Ciertamente incomprensible para mí. Muchas gracias!